Dije antes que Dios llama y manda a cumplir una tarea. Experimentamos en la vida una “llamada” de Dios que nos motiva. ¿Qué hacemos en esos momentos? ¿En dónde y en quién ponemos nuestra confianza?
En la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo se presentan los contenidos de la tarea y misión de un predicador. En otras palabras, lo que debe ser la vida de un predicador desde la vivencia de las Sagradas Escrituras. Se nos dice:
- “pórtate en todo con prudencia”: es decir, intentar llevar una vida “virtuosa”. Construir nuestra vida desde la vivencia y experiencia del BIEN. Pero, ustedes dirán: ¡Ah, no somos virtuosos! Es cierto, caminar y vivir desde la virtud es un camino difícil que sólo se puede alcanzar desde la apertura a la voluntad divina. Abrirse a la gracia. El camino hacia la virtud será difícil, pero no imposible. Y lo fundamental, no es quedarnos en la contemplación de lo imposible, sino en lanzarnos a caminar. Ir en la búsqueda de la virtud. En ese caminar Dios va capacitando.
- “soporta los sufrimientos”: es decir, poner en las manos del Padre aquellas penas, amarguras y sufrimientos para que nos haga día a día llevarlos con paciencia. Sentiremos en muchas ocasiones que son demasiadas angustias, que las penas cada día son más pesadas. Pero, si nuestro ánimo desfallece nos quedaremos en el camino, moriremos de sed en medio del desierto. Soportar los sufrimientos es abrirse a la experiencia de madurar a cada momento en las respuestas que se han dado. Las pruebas que nos sobrevienen son parte del proceso de capacitación que Dios nos hace. Y son parte de la vida… de toda vida. Si se pensaban que todo sería color de rosa, ¡se han equivocado! La vida siempre nos golpea, pero es para llevarnos a alcanzar la virtud.
- “realiza la función de evangelizador”: es decir, aquella experiencia personal, aquello que hemos vivido, darlo a conocer. Es la tarea de salir y anunciar la Buena Nueva del Reino. Ahora se están preparando para ello y la invitación que les hago es que se metan en el proceso. Que se abran humildemente a cada una de las experiencias que irán teniendo paso a paso, en cada etapa. No quieran correr antes de empezar a caminar, porque no podrán hacer bien ni la una ni la otra. Como diría nuestro hermano Santo Tomás de Aquino al hermano Juan, quien le pedía consejos para estudiar correctamente: “No te lances de golpe al océano, sino entra en él por los arroyuelos, porque es conveniente que de lo más fácil desemboques en lo más difícil…”(Aquino, Tomas de. Carta a un estudiante)
- “desempeña a la perfección tu ministerio”: es decir, el resultado de una vida de virtud, soportar los sufrimientos y realizar las tareas de la evangelización no pueden menos que alcanzar el desempeño perfecto del ministerio. Todos realizamos algún ministerio en una u otra forma al servicio de la Iglesia, pero ello no puede ser para satisfacción personal, sino en orden a la tarea encomendada por el Dios que nos ha llamado a vivir desde un estado concreto. A menudo, nuestra condición humana nos lleva a la necesidad de “buscar reconocimientos” y cuando no los obtenemos, nos llenamos de resentimientos, sentimos que se nos acaba el mundo y que nada tiene sentido. Sin embargo, lo que realizamos es tarea de servicio y por ende, nuestra única satisfacción debe estar en recordar las palabras de Jesús que el apóstol Pablo tomaría también: “Somos servidores inútiles que no hemos hecho más que lo que teníamos que hacer”(Lc.17,10).
4. Conclusión y palabras finales:
Nuestro padre santo Domingo es un modelo en cada uno de estos aspectos. Llevó una vida de virtud puesto que el centro de su vida era la persona de Cristo y se entregó completamente a caminar conforme a su mensaje. Y precisamente, por hacer su vida desde Cristo no sólo sufrió sus propios padecimientos sino que hizo suyos los sufrimientos de los demás. Nos recuerda el Beato Jordano que: “siempre se le veía sonriendo… amaba a todos y por todos era amado… se entristecía hasta el extremo de las lágrimas por las pobres gentes que no conocían a Cristo”. A ese Cristo que quiso llevar en su predicación a quienes no lo conocían. A aquel que era la Verdad que quiso dar a conocer entre los cátaros. A aquel que fue el centro y sustento de su ministerio.
Pidamos, hermanos, que por intercesión de nuestro padre Domingo, el Dios les capacite día a día para que llegue a feliz término lo que están viviendo. Pidan siempre, por intercesión de nuestro padre que sus vidas se abran constantemente a la experiencia de la escucha de la palabra de Dios y se dejen guiar conforme a su voluntad. Esto que están viviendo no es un camino que han decidido por su propia voluntad o iniciativa, sino que es Dios quien los ha invitado. Por eso, vivan sin temor esta experiencia. No le pongan trabas, sino que, ábranse a ella. Y siempre confíen en que, como nos recuerda el evangelista Mateo: “estará con ustedes hasta el final de los tiempos”(Mt.28,20)
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