miércoles, 27 de junio de 2007

EL TEMA DE LA ESPIRITUALIDAD (EN GENERAL)


I. Introducción:
La Espiritualidad constituye una experiencia de Dios la que se manifiesta en cada persona de modo particular, en la medida en que se abre a la posibilidad del contacto con ese “SER” supremo a quien, por su naturaleza, está unido. De ahí, que la espiritualidad se constituya como una experiencia-búsqueda del ser religioso, en el ser humano.
Tal vez la denominación ser religioso implique a primera instancia un conflicto terminológico, puesto que podemos dirigirnos a constrastar la misma con el conjunto de signos, símbolos, prácticas y vivencias del ser humano en que este, trascendiéndose a sí mismo, entra en contacto con el ser supremo. Sin embargo, esa es la definición real de religión y nuestro tema no es propiamente la religión, sino La espiritualidad. Luego, sí podemos, en razón del concepto que utilizaremos durante el mismo, utilizar la segunda parte de la definición de religión, en la cual se expresa como en que el ser humano, trascendiéndose a sí mismo entra en contacto con un ser supremo (Dios), ya que es la definición de espiritualidad que trabajaremos: una experiencia de Dios.
Sin embargo, al concebir la espiritualidad como una experiencia de Dios nos surge a primera instancia la interrogante ¿qué límites abarca esa experiencia?. En primer lugar, experiencia de Dios implica una vivencia, es decir, una manifestación que hace al ser humano, actuar de un modo distinto, conforme su propio ser; es una apertura a la posibilidad de realizarse plenamente en cuanto humano, respondiendo a todo un proyecto de vida, orientado desde la vivencia relacional de sí, por su naturaleza. Es decir, es la capacidad del ser humano tornarse más humano, pero discerniendo sobre la voluntad de Dios –notemos que es una experiencia de Dios-.
Aquí podrá surgirnos una segunda y tercera interrogantes: ¿qué voulntad de Dios? ¿Cómo puedo discernir la voluntad de Dios? Seguir, o cumplir la voluntad de Dios, implica ir descubriendo en la propia vida, mientras se va haciendo, qué es lo que Dios va deparando para cada uno. Es abrirse a la posibilidad de caminar conforme un plan divino que se va presentando como un proyecto de vida en el cual se tiene la libertad de seguir o no; de aceptar o no. La espiritualidad nos asiste en ese camino; en esa búsqueda. La misma nos encamina a descubrir en lo que somos, mediante el discernimiento, unas posibles vías de interpretación de los proyectos que se nos van presentando.
Durante el desarrollo del tema utilizaremos el método deductivo, es decir, de lo general –el concepto de espiritualidad- hasta lo particular –los conceptos de espiritualidad concretos, objetos de este estudio-. Caminaremos como una manifestación de la espiritualidad como una manifestación que marcó unos modos de concebir la vida en épocas y circunstancias concretas. Una espiritualidad que ha marcado las concepciones de la misma a través de la historia innata al ser humano.
Anhelo con el mismo, algunas luces, y caminos de reflexión con la ayuda de varios autores. No quiero centrarme en un solo autor, ya que podría correr el riesgo de reduccionismo del tema o decir lo mismo que dijo. Rogando que sea de valor y no se quede en palabrerías que adornen el espacio, gastando el tiempo del lector vagamente.

II. Contenido:
A. Espiritualidad:

Cuando se estudia, se alude o se hace referencia a un concepto tan abarcador como lo es el de espiritualidad, tenemos en primera isntancia que establecer unos límites; ya que esa es la tarea de la definición: de-limitar un concepto.
Sobre la espiritualidad son muchas y variadas las definiciones que hallamos a nuestro paso, como también serán diversas las fuentes e interpretaciones que se hacen de la misma, ya sean orales o ya escritas.
Si preguntáramos en un grupo de personas sobre ¿qué es espiritualidad? tendríamos tantas definiciones en tanto cuantas personas conformaran el mismo. Alguien dirá, por ejemplo: es algo que tiene que ver con el espíritu. A lo que otro argumentará: -en el peor de los casos, siguiendo la angeología- es algo que tiene que ver con los espíritus. Alguien ofrecerá las respuesta: eso tiene que ver con la religión… eso lo sé.Y hasta alguna persona dirá: que es espiritismo. Pero, la pregunta obligada en toda esa amalgama de definiciones es ¿sabrá la gente lo que significa realmente espiritualidad? ¿Podrá la gente ofrecer una respuesta concreta, sin caer en la indefinición?
Santo Tomás de Aquino, en el método utilizado para desglosar los conceptos en la Suma Teológica sigue: 1. decir lo que la gente entiende, 2. decir lo que no es –es decir, como método de argumentación- y finalmente, 3. decir o sentenciar: Yo digo… Pues, abracemos a Santo Tomás por unos minutos y caminemos con él.
En primer lugar, la espiritualidad no puede ser entendida como algo que tiene que ver con el espíritu única y exclusivamente ya que la misma abarca la totalidad de la persona; es decir, íntegramente. No se puede entender la misma como una desintegración del ser humano, en que se valora lo espiritual y se rechaza lo corporal, concepción que descubriremos en el monacato. Más bien, la espiritualidad integra, o por lo menos, debe integrar, a la persona en sus dimensiones de alma-mente-espíritu.
En segundo lugar, no podemos decir que la espiritualidad es espiritismo ya que la misma no está encaminada a contrabandear con espíritus puesto que es una experiencia religiosa intrínsecamente unida a su propia naturaleza humana. Luego ¿qué es la espiritualidad? Si consultamos algunos textos hallaremos las siguientes definiciones:
Espiritualidad: 1. Cualidad de lo que es espiritual (Dios, ángeles, alma humana); 2. Sinónimo de piedad realmente poseída; 3. Ciencia que estudia y enseña los principios y las prácticas de que se compone dicha piedad o dicho servicio de Dios.[1]
Aunque no se ha dado una definición concreta y universal de la espiritualidad que valga y satisfaga a todos, yo seguiré durante este tema la concepción de la espiritualidad como experiencia de Dios. Considero la más acertada para conciliar los diversos puntos de partida de este trabajo, puesto que responderá a estilos y modos muy distintos. No puedo emitir juicios de valor sobre una espiritualidad sobre otra, puesto que cada una ha de ser vivida desde una realidad muy distinta con unos postulados y contenidos diferentes, respondiendo a etapas propias de la vida cristiana en su desarrollo histórico. Sin embargo, sí podemos conciliarlas, sin desvalorizar el objeto del tema, desde los elementos comunes de cada una de las espiritualidades.
La espiritualidad es una experiencia. Es un acontecimiento que marca y transforma la vida de la persona llevándola a la totalidad de su ser. Podríamos decir que la misma modifica al ser humano en su concepción de sí mismo, del mundo y de los otros, transformándole radicalmente la concepción de sí en relación al medio ambiente que le rodea. Pero, hay que acentuar que esta experiencia no es una cualquiera, sino que la misma es una experiencia de Dios. De tal modo que esta concepción está centrada en cómo se transmite ese impulso experiencial que plantea la visión del mundo como una totalidad de la que se es parte. Es esa tendencia de identificar la presencia de Dios en sí e irradiarla como respuesta y testimonio de una identificación o re-ligación[2] con Dios. Aquí podríamos hacer uso de una linterna para explicar este proceso. El ser humano hace de cristal, a través del cual, la luz (Dios) se manifiesta hacia afuera o hacia adentro (mundo- experiencia transmitida/ex-pedir=arrojar hacia afuera; o hacia adentro, buscarse e iluminarse desde el interior) De hecho, algunos autores, a los que se les ha llamados místicos, han descrito la experiencia de Dios de diversos modos: a semejanza de un castillo interior al que hay que llegar, y que posee muchas habitaciones (Sta. Teresa de Ávila), o un puente al que hay que llegar para alcanzar el otro lado (Sta. Catalina de Siena). Luego, podemos concluir que cada persona tiene una experiencia de Dios desde su propia realidad y contexto de vida orientada desde la concepción divino-humana en su historia.

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[1] Ermanno Ancilli, Diccionario de espiritualidad Tomo II. Editorial Herder. Barcelona 1983 pág. 13
[2] re-ligare: estar unido a… (etimología del concepto religión)
[3] Dibujos para los diversos escritos tomados de: http://www.cruzblanca.org/hermanoleon/... Por favor, visiten la pagina de nuestro hermano y promocionenla.

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