La sociedad puertorriqueña próximamente estará debatiendo los temas de un proceso electoral que se le viene encima –pese a que el espíritu partidista no se termina durante los cuatro años pre y post eleccionarios–. Los conflictos que emergen a partir de los modos en cómo enfrentar dicha situación, ya sea desde el ámbito personal o colectivo, conforman un rompecabezas fragmentado al que hay que re-estructurar. El proceso electoral no debe ser mirado como una etapa de nuestra vida ciudadana, a la que tenemos que responder y/o asistir por obligación, sino que debe significar una ocasión para expresar nuestras creencias de cristianos, buscando inyectar aquella respuesta de fe en las aspiraciones y esperanzas para construir un Puerto Rico mejor[1].
Afirmar que vivimos en una sociedad democrática no debe ser motivo para callarnos y conformarnos con la mera ejecución de las aspiraciones políticas. Ha de ser por el contrario, el estímulo para actuar y obrar conforme nos pide el EVANGELIO. Es decir, desde el compromiso que despierta en el asumir posturas conformes a la doctrina cristiana. No podemos excusarnos ante ello por partidismos o fanatismos que ciegan y hasta introducen una dualidad en nuestras vidas: me proclamo cristiano por un lado, pero carece de valor aquella identidad en la toma de decisiones dentro de la vida social. Esto es hacer el juego de la “tibieza” y, sabemos lo que expresa Apocalipsis al respecto: “Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca”(Ap.3,15-16)
No son pocas las personas que acuden a los textos bíblicos con el fin de encontrar recetas que le permitan justificar los modos de ser y actuar conforme la comprensión de sí mismos y de la sociedad. Pero cuando encuentran que aquello buscado es más comprometedor de lo que esperaban, las heridas de que son víctimas les obligan a replantearse las creencias(=lo que dicen creer). La salida más fácil es la de viciar su fe(=tomando sólo lo que les agrada), –si es que puede llamársela así– tras relegarla a un ser un simple acontecimiento que sucede una hora a la semana, pues parten de la premisa que, a Dios y a la religión no se les saca del templo. Ejercitan una incoherencia entre la fe(= que dicen tener) y la vida(=aparentemente dis-asociada entre aspiraciones personales o comunitarias y la realización del Reino). La lucha que brota entre “lo que pienso” y “lo que hago” se torna entonces, en interpretaciones que quieren ser justificadas sin contenidos que lo permitan. Veamos un ejemplo:
Afirmar que vivimos en una sociedad democrática no debe ser motivo para callarnos y conformarnos con la mera ejecución de las aspiraciones políticas. Ha de ser por el contrario, el estímulo para actuar y obrar conforme nos pide el EVANGELIO. Es decir, desde el compromiso que despierta en el asumir posturas conformes a la doctrina cristiana. No podemos excusarnos ante ello por partidismos o fanatismos que ciegan y hasta introducen una dualidad en nuestras vidas: me proclamo cristiano por un lado, pero carece de valor aquella identidad en la toma de decisiones dentro de la vida social. Esto es hacer el juego de la “tibieza” y, sabemos lo que expresa Apocalipsis al respecto: “Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca”(Ap.3,15-16)
No son pocas las personas que acuden a los textos bíblicos con el fin de encontrar recetas que le permitan justificar los modos de ser y actuar conforme la comprensión de sí mismos y de la sociedad. Pero cuando encuentran que aquello buscado es más comprometedor de lo que esperaban, las heridas de que son víctimas les obligan a replantearse las creencias(=lo que dicen creer). La salida más fácil es la de viciar su fe(=tomando sólo lo que les agrada), –si es que puede llamársela así– tras relegarla a un ser un simple acontecimiento que sucede una hora a la semana, pues parten de la premisa que, a Dios y a la religión no se les saca del templo. Ejercitan una incoherencia entre la fe(= que dicen tener) y la vida(=aparentemente dis-asociada entre aspiraciones personales o comunitarias y la realización del Reino). La lucha que brota entre “lo que pienso” y “lo que hago” se torna entonces, en interpretaciones que quieren ser justificadas sin contenidos que lo permitan. Veamos un ejemplo:
- Don Facundo[2] se considera un “cristiano”(=aunque puede aplicarse a otra expresión de fe) por naturaleza. Practica y espera morir en ella. Lleva una vida moral, religiosa y de compromiso religioso intachable. No hay reproches a su testimonio de vida. Sin embargo, se encuentra de frente a la exigencia de asumir una postura dentro del proceso político que se avecina. Para él, no es nada nuevo. Está confiado en su ideología. ¡Es la misma que ha vivido y en la que se ha manifestado siempre, por lo que no la cambiará! Aunque, en estos momentos se enfrenta a una dimensión distinta a los procesos eleccionarios anteriores: la ideología que le resultaba segura, choca(=porque promueve aspectos contrarios) con los principios doctrinales de la fe que ha vivido. ¿Qué hacer? Para don Facundo no representa mayores problemas porque respaldará su ideología por encima de todo. No le da importancia a sus principios morales, porque para él, la fe no se inmiscuye en la política ni en lo social. Decide hacer a un lado aquellas cosas que representan obstáculos a lo que considera entorpece sus aspiraciones partidistas.
Como don Facundo, muchos cristianos piensan que la fe no tiene espacio en las prácticas sociales. Sin embargo, ¿no será una especie de contradicción entre lo que decimos creer y lo que creemos en realidad? ¿No tornamos en dioses los procesos políticos al enterrarnos en ellos de forma fanática? (Ello, sin perder de perspectiva que la fe también corre el riesgo de fanatizarse cuando es mal entendida y vivida) Si bien es cierto que, como miembros de una sociedad no podemos declinar nuestra participación en los procesos políticos, no es menos cierto que, la actuación del cristiano en dicho ámbito debe estar iluminada y guiada desde los principios evangélicos que se profesan. “Nadie puede servir a dos amos porque amará a uno y odiará al otro...”(Mt.6,24; Lc.16,13) Ahora bien, dentro de esta combinación de elementos, ¿cómo concebir los procesos políticos desde la praxis cristiana?
Quizás un texto que debemos de tener en cuenta para iluminar esta realidad, es el texto del evangelio según San Mateo 5, 13....
“Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”(Mt.5,13-20)
Quizás un texto que debemos de tener en cuenta para iluminar esta realidad, es el texto del evangelio según San Mateo 5, 13....
“Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos”(Mt.5,13-20)
(CONTINUARÁ)
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[1] Los Obispos de Puerto Rico nos han ofrecido unas Declaraciones en torno a los Comicios Electorales del 2004 que son muy válidas para los Comicios del 2008. Lo pueden visitar en la siguiente dirección: http://www.pionet.org/Doc_CEP/Declaracion_comicios_2004.htm.
[2] Nombre ficticio para la historia.
[1] Los Obispos de Puerto Rico nos han ofrecido unas Declaraciones en torno a los Comicios Electorales del 2004 que son muy válidas para los Comicios del 2008. Lo pueden visitar en la siguiente dirección: http://www.pionet.org/Doc_CEP/Declaracion_comicios_2004.htm.
[2] Nombre ficticio para la historia.
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