En la Constitución Lumen Gentium, al igual que en el Decreto Perfectae Caritatis podemos identificar una línea fundamental respecto de nuestra identidad cristiana desde la Vida Religiosa: “La vida religiosa es la radicalización de la experiencia de Dios”(LG#44). De esta forma, el documento La vida según el Espíritu en las Comunidades religiosas de América Latina, publicado por la CLAR en 1973, aporta a la misma idea lo siguiente:
“... el ser religioso implica hacer de esa experiencia el centro de la propia vida. Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica dice: La vida religiosa consiste en la perfección de la virtud de la religión”.
Por tanto, la experiencia de la vida religiosa ha de llevarnos a explorar la vida interior y exterior desde la unión con Dios. Es decir, abrirnos a la posibilidad de que el Dios que nos ha llamado por nuestro nombre, nos hable desde el corazón. Es adentrarnos en su búsqueda para caminar conforme sus proyectos.
En el mensaje que dedica el Papa Benedicto XVI al Episcopado del CELAM, reunido en Brazil, nos invita –como religiosos/as– a contemplar la experiencia de la Vida Religiosa como un “acontecimiento” en el que Dios llama a personas concretas, desde contextos diversos, a vivir de un modo distinto y radical su identidad cristiana. Otro de los elementos presentes en su mensaje a los religiosos es el tema del testimonio de vida y la consagración religiosa. El mensaje es claro: “como vida consagrada tenemos la obligación, como parte de nuestra opción, de ser testimonio para la vida de las comunidades eclesiales en América Latina y el Caribe”. Y, precisamente por la tarea de ser testigos, frente a la realidad de nuestros pueblos, hemos de proyectar la alegría de un estilo de vida que implica otro modo de vivir.
Para no extendernos, procederé a citar los fragmentos del texto en que se refiere a los religiosos. El documento completo lo puede encontrar en el Portal del CELAM dedicado a la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en: http://www.celam.info/content/view/242/1/. Las palabras del Santo Padre a los religiosos fueron en portugués. Por ello, he decidido poner en primer lugar las mismas, seguidas de una traducción y a continuación algunos comentarios y/o reflexión.
Contenido del Mensaje:
1. “A sociedade latino-americana e caribenha tem necessidade do vosso testemunho” (La sociedad latinoamericana y caribeña tiene necesidad de vuestro testimonio)
Nos dice la Constitución Gaudium et Spes:
En el mensaje que dedica el Papa Benedicto XVI al Episcopado del CELAM, reunido en Brazil, nos invita –como religiosos/as– a contemplar la experiencia de la Vida Religiosa como un “acontecimiento” en el que Dios llama a personas concretas, desde contextos diversos, a vivir de un modo distinto y radical su identidad cristiana. Otro de los elementos presentes en su mensaje a los religiosos es el tema del testimonio de vida y la consagración religiosa. El mensaje es claro: “como vida consagrada tenemos la obligación, como parte de nuestra opción, de ser testimonio para la vida de las comunidades eclesiales en América Latina y el Caribe”. Y, precisamente por la tarea de ser testigos, frente a la realidad de nuestros pueblos, hemos de proyectar la alegría de un estilo de vida que implica otro modo de vivir.
Para no extendernos, procederé a citar los fragmentos del texto en que se refiere a los religiosos. El documento completo lo puede encontrar en el Portal del CELAM dedicado a la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en: http://www.celam.info/content/view/242/1/. Las palabras del Santo Padre a los religiosos fueron en portugués. Por ello, he decidido poner en primer lugar las mismas, seguidas de una traducción y a continuación algunos comentarios y/o reflexión.
Contenido del Mensaje:
1. “A sociedade latino-americana e caribenha tem necessidade do vosso testemunho” (La sociedad latinoamericana y caribeña tiene necesidad de vuestro testimonio)
Nos dice la Constitución Gaudium et Spes:
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia”.(GS #1)
En otras palabras, estar en medio de los dolores, de las necesidades, de las frustraciones, de las muertes y agonías de la gente. Estar allí como hombres que han identificado el Dios que habita en ellos, el Dios de Jesucristo y que dan testimonio de Él. Es la interacción entre las palabras y la vida. ¡Integradas! Y todo, consecuencia de haber experimentado en carne propia aquellas luchas que vive nuestro continente, y ser diferentes. Decía el Maestro Eckhart: “La gente no debería preocuparse tanto acerca de lo que hace, sino de lo que debería ser. Si somos buenos y lo son también nuestras costumbres, estaremos radiantes”.[1] Es decir, vivimos nuestra experiencia de Dios plenamente, totalmente y sin fingimientos, nuestra vida no será otra cosa que una transparencia de Dios. Al respecto dice fray Timothy Radcliffe: “Sólo tendremos una palabra de esperanza si vislumbramos desde dentro las penas y desesperanzas de aquellos a los que predicamos(=a los que servimos). No tendremos una palabra que pueda ofrecer un significado para la vida de la gente si antes no hemos sido tocados por sus dudas y hemos vislumbrado el abismo”.[2] Y continúa:
“La crisis fundamental de nuestra sociedad es quizás una crisis de sentido. La violencia, la corrupción y la drogadicción son síntomas de una enfermedad mas profunda, que es el hambre de sentido para nuestra existencia humana. Para hacernos predicadores, Dios puede llevarnos a ese desierto. Y allí colapsarán nuestras antiguas certezas, y el Dios que hemos conocido y amado desaparecerá. Y entonces quizás tengamos que participar en la noche oscura de Getsemaní, cuando todo parece absurdo y sin sentido, y el Padre parece estar ausente. Y, sin embargo, solo si nos dejamos llevar allí, donde nada tiene ya sentido, podremos ofrecer la palabra de gracia que Dios ofrece a nuestro tiempo.”[3]
De cara a esto, les dejo las interrogantes que el Papa Pablo VI escribía con angustia en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi:
“Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre con fuerza, se nos pregunta: ¿creen verdaderamente en lo que anuncian? ¿Viven lo que creen? ¿Predican verdaderamente lo que viven? Hoy más que nunca el testimonio de vida se ha convertido en una condición esencial con vistas a una eficacia real de la predicación. Sin andar sin rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos responsables del Evangelio que proclamamos”[4]
Encontrarse consigo mismo y con el Dios que habita en el interior, con Aquel que nos habla al corazón, es la ocasión para salir de las oscuras noches del alma… de nuestro Getsemaní y compañía para nuestros hermanos y hermanas en la experiencia de vida y fe cristianas.
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[1] ECKHART, Meister. Tratados y Sermones. Edición Digital. (de BRUGGER, Ilse M. trad.). Edhasa. Barcelona. 1983. p. 60.
[2] RADCLIFFE, Fr. Timothy. “Promesa de Vida” en Alabar, Bendecir y Predicar: Palabras de Gracia y Verdad 1962-2001. Editorial San Esteban. Salamanca. 2004. p. 416.
[3] Idem. pp. 420-421.
[4] PABLO VI. Evangelii Nuntiandi. 4a ed. Ediciones Trípode. Caracas. 1975. p. 83.
[1] ECKHART, Meister. Tratados y Sermones. Edición Digital. (de BRUGGER, Ilse M. trad.). Edhasa. Barcelona. 1983. p. 60.
[2] RADCLIFFE, Fr. Timothy. “Promesa de Vida” en Alabar, Bendecir y Predicar: Palabras de Gracia y Verdad 1962-2001. Editorial San Esteban. Salamanca. 2004. p. 416.
[3] Idem. pp. 420-421.
[4] PABLO VI. Evangelii Nuntiandi. 4a ed. Ediciones Trípode. Caracas. 1975. p. 83.
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